Las claves naturales de la Antigua Grecia.


L

os griegos o helenos, como preferían ser llamados, no fueron un pueblo étnicamente cohesionado. El mundo griego estaba compuesto por una serie de tribus que tenían en común tres elementos básicos: la lengua, los principales dioses, y el hecho de descender de unos mismos antepasados. La historia de la Antigua Grecia se desarrolló en un marco geográfico difícil, donde las fronteras eran bastante difusas. Los mismos griegos no tuvieron conciencia de su propia identidad hasta que no se desencadenaron acontecimientos históricos que les llevaron a converger a un mismo destino.

   Al contrario que las civilizaciones de Mesopotamia o Egipto, donde los ríos desempeñaron un papel vital para el establecimiento de asentamientos humanos, en el mundo griego fue distinto, ya que ni el clima, ni el suelo eran favorables al asentamiento: un severo clima de montaña en el interior y un clima mediterráneo en las zonas costeras. Un paisaje abrupto, montañoso, con escasas llanuras, con ríos cortos y a veces torrenciales, hacían la comunicación muy difícil, incluso dentro de una misma región, con la presencia de montañas impracticables. Unas condiciones que impedían la práctica de un cultivo decente. Sólo las regiones de Ática y Beocia en la Grecia continental, junto a las de Laconia y Mesenia en el sur, proporcionaron una producción agrícola digna en tiempos históricos.

Para una referencia geográfica consulta este mapa.


   El cultivo insuficiente pronto obligó a establecer estrechos contactos con Egipto, la zona sur de la actual Rusia y Sicilia. La necesidad de metales también creció cuando las minas de hierro de Laconia, y las de plata en Ática y Tracia se revelaron insuficientes para mantener el auge griego. Pobres también en recursos cárnicos salvo en las regiones de Tesalia y Beocia, obligaba a que muchas poblaciones aumentasen el consumo de pescados para paliar estas carencias en la dieta.

   Ante este panorama, es comprensible que los helenos viesen en el mar un elemento primordial que supieron aprovechar al máximo. Pocas zonas estaban realmente apartadas de la costa. El acceso al mar resultaba fácil incluso para las poblaciones del interior. De este modo el mar se convirtió desde tiempos remotos en el medio eficaz de comunicación, no sólo entre los griegos, sino con el exterior.

Estatua a tamaño natural del dios Poseidón, una poderosa figura que enarbolaba un tridente por encima del hombro. La severidad y fuerza reflejan el respeto que los griegos sentían hacía el mar y la importancia que éste tuvo en la vida de Grecia en todos los aspectos. La estatua fue hallada en el cabo Artemisión (isla de Eubea), fue obra de un taller peloponésico en época clásica, hacia el 460 a.C.

   No por casualidad Poseidón era el segundo de los dioses después de su hermano Zeus en el panteón griego. El mar invadía todos los aspectos de la vida griega: fuente de alimentos, campo de lucha contra sus enemigos, y su medio fundamental de comunicación.

   Por mar se efectuó la colonización, alcanzando lugares muy dispares, costas del Mar Negro, sur de Italia, costas libias, el litoral francés y las legendarias Ampurias y Rosas en España, entre las más importantes. En realidad, la península Balcánica constituyó tan sólo una pequeña parte del conjunto griego antiguo, integrado también por numerosas y variadas islas en torno al Egeo, destacando Eubea por ser la mayor. La lista de islas sería extensa, apuntamos sólo algunas como Samotracia, Lemnos, el conjunto de las Cícladas, Samos, Quíos, Lesbos, Ítaca, Zacintos, Creta, Rodas… Todo este paisaje insular también formó parte sustancial de la civilización griega.

   A diferencia de otras civilizaciones antiguas, el mundo heleno, por sus situación geográfica estratégica era el vórtice de comunicación, difusión y recepción de múltiples influencias externas, un verdadero puente entre Europa y Asia. En efecto, los contactos entre Oriente y Occidente comenzaron aquí.


   El medio físico en el que se enmarca un pueblo puede condicionar su evolución hasta configurar su singularidad cultural, en función de los recursos que dispongan o que necesiten para desarrollarse como civilización. Así por ejemplo los fenicios sin la madera de sus bosques no habrían podido desarrollar una marina comercial de primer orden. No se trata de un determinismo geográfico, sólo un condicionante que influye en ciertos aspectos de un pueblo determinado.
   En general, a diferencia de hoy podemos afirmar que en los tiempos pasados donde las comunicaciones eran precarias y en algunos casos impracticables, era lógico que distintos pueblos desarrollasen identidades culturales propias, producto de distintas evoluciones aisladas, en mayor o menor medida. Así cada pueblo en función de su propio desarrollo interno e interrelación externa genera resultados que comportarán asimilaciones o sometimientos de poblaciones, y conflictos por los recursos.
   Lo que pretendo destacar es que la incomunicación de los pueblos permite una evolución dispar que los separa de tal manera que pueden estar condenados a no entenderse. Si además añadimos el interés por los mismos recursos de una zona determinada tenemos un conflicto en potencia que suele resolverse mediante una guerra.

 

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