El Antiguo Egipto. La unificación.

   En el ocaso de los tiempos prehistóricos, las tierras de Egipto presentaban dos culturas diferenciadas, una meridional asentada en el valle, notablemente más avanzada, y otra septentrional en el delta, menos desarrollada. A continuación según nos cuentan algunas fuentes documentales la cultura del norte se desvaneció, por lo que la civilización egipcia emanó principalmente de la cultura del sur.

   Según la tradición antigua el reino de Egipto habría sido unificado en varias ocasiones, la unidad se lograría tras muchos ensayos no exentos de conflictos y guerras entre las tendencias aglutinadoras y disgregadoras, polos opuestos que son la tónica dominante en los grandes estados y en todas las épocas. La culminación de este proceso se deduce por la existencia de una sola capitalidad para todo el país. Este hecho se produjo aproximadamente en el año 3100 a.C. con la victoria del sur liderada por Hieracómpolis sobre los territorios del norte, que según los escritos de Manetón fue llevado a cabo por la Dinastía I. En este momento un sólo monarca llevaría la doble corona, signo inequívoco de un reino definitivamente unido, la lenta consolidación de la realeza egipcia había costado alrededor de cuatro siglos. Importante en este sentido y para este momento es la fuente documental conocida como Texto de las Pirámides, un conjunto de textos de carácter religioso grabados en las paredes de varias pirámides durante los años que comprendieron la V y VIII dinastías, en el período final del Reino Antiguo.

   Otro documento arqueológico, la Piedra de Palermo, presenta un resumen de los reinados de todos los monarcas hasta la V dinastía, incluidos los reyes anteriores a la Dinastía I, en su elaboración participarían historias de la tradición oral aunque la información referida contribuye poco a esclarecer cómo se legitimó la realeza. En cambio, sí ofrece datos de naturaleza diversa como las crecidas del Nilo, las ceremonias religiosas o los impuestos.


   En la imagen superior podemos ver la Piedra de Palermo, una placa de piedra fragmentada de procedencia desconocida con abundante contenido jeroglífico. Fue descubierta en 1895 en el propio Museo de Palermo, años más tarde aparecieron más fragmentos, un total de siete que se han ido dispersando por diferentes museos, presenta como primer faraón a Aha, cuya histórica existencia está confirmada por la arqueología.

   Otra vía que se desprende del estudio del registro arqueológico asigna al rey Menes la reunificación del país en torno al 3200 a.C. De este modo, Menes sería el primer rey faraón de la Dinastía I, igual que en la lista transmitida por Manetón, que fue un sacerdote que vivió casi tres milenios después de la unificación de Egipto, en el siglo III a.C. redactó una lista quizá por encargo del faraón Ptolomeo II en la que se estableció el orden de las dinastías y los monarcas que las componían. Menes también aparece en otras listas reales, y el historiador Herodoto lo menciona como “Min”.

Apenas hubo Min (Menes), el primer rey, desvíado el Nilo y enjugado, fundó primeramente en él la ciudad que ahora se llama Menfis, realmente edificada en aquella especie de garganta de Egipto, rodeada por una laguna artificial que él mismo mandó excavar por el Norte y Mediodía, empezando desde el río que la cerraba al oriente. Al mismo tiempo fundó en su nueva ciudad un templo a Vulcano, monumento en verdad magnífico y memorable.
HERODOTO. Libro II, XCIX.   

   En este período confuso existe otra figura "mítica" asociada a Menes, su gesta heroica consistió en haber llevado a cabo la reunificación, es el rey Narmer (el mítico Rey Escorpión), que bien podría ser el mismo personaje que Menes, si fuera así Narmer sería el auténtico nombre del faraón y Menes sólo un apelativo. O incluso se ha barajado que el nombre Narmer sea un error de transcripción. De este modo tendríamos un único personaje Menes-Narmer inaugurando la Dinastía I, el mismo faraón mencionado como Horus Aha que significa Horus, el que combate. Este Narmer-Menes habría tomado el nombre de Aha tras la unificación de los reinos.

   Sin embargo, tenemos otra interpretación que sostiene que el mítico rey Escorpión (Narmer) fue sucedido por Aha Menes. Y para complicar más todo, cabe la posibilidad de que Escorpión, Narmer y Aha sean los nombres de Horus de tres monarcas diferentes, uno de los cuales sería Menes, éste correspondería con el nombre nebty, el nombre de las dos damas: la diosa buitre Nekhbet (protectora del Norte) y la diosa cobra Uadjet (protectora del Sur).

   En definitiva, demasiadas teorías y posibilidades, donde ninguna solución es satisfactoria, nos inclinamos por la interpretación más general en que Escorpión sería uno de los últimos líderes de la lucha por la unidad de Egipto, Narmer-Menes sería el fundador del Reino y que Aha sería su primer sucesor. Me podía haber limitado a proponer esta última interpretación pero quería mostrar lo enrevesado del asunto, lo dificultoso que resulta para los egiptólogos reconstruir un pasado tan remoto de hace nada menos que 5000 años y poco más, con tan pocas piezas de un gran puzzle.


   Sobre el célebre Rey Escorpión se descubrieron varias paletas y cabezas de maza votivas, sobresalen la llamada Paleta de Narmer (arriba) y la maza del rey-escorpión (abajo), objetos hallados en Hieracómpolis. Ambas recogen iconografía clara de fácil lectura, al rey se le representa como Horus, el primer unificador del país. El rey derrota a sus enemigos en actitud triunfante y presenta las dos coronas:
la del norte es la roja del Bajo Egipto (área del delta):
y la del sur es la blanca del Alto Egipto (zona del valle):
En adelante la corona de un Egipto unificado (Bajo y Alto Egipto):

   Curiosamente se representa la monarca tocado con una corona distinta en cada cara de la paleta, esta doble representación Corona blanca-Corona roja implica la realidad de dos países, aunque reunificados se hace constar la existencia de dos Egiptos. Entre los dos territorios se situará la capital Menfis, estratégica ubicación orientada al control político de las dos zonas. El monarca ha triunfado sobre el Norte, se conmemora por vez primera la victoria del faraón sobre sus enemigos que tiene su simbología como triunfo del orden sobre el caos, la confrontación de ambos reinos se ha resuelto en un estado único. Bajo Narmer el valle del Nilo está políticamente unido.




   Aquí podemos ver dos imágenes de la Maza del Rey Escorpión, a la derecha una ampliación que permite apreciar nuevamente la corona blanca del Bajo Egipto. Obsérvese frente al rostro del monarca el artrópodo que ha servido para dar el nombre de Rey Escorpión, acompañado por unos sirvientes que portan grandes abanicos de plumas y largos mangos, los más antiguos representados.

comment 2 comentarios :

Anónimo dijo...

bueno eesta buena la imformacion pero te digo que de mucha ayuda no Es

Ricardo Delidaise dijo...

Siento el retraso, y de nuevo lamento compartir que ese defecto que comentas es común de todos los investigadores, la inevitable insatisfacción por la escasez de una información más rica sólo puede ser contestada por nuevos descubrimientos y estudios. Pero hay que decir también que el saber histórico, al igual que otras disciplinas, centra su atención en el conocimiento de lo concreto. Sin embargo, no siempre es posible reconstruir determinadas cuestiones, ya que las propias vicisitudes y circunstancias de los hechos históricos son fragmentarios e incompletos en gran medida y por tanto, muchas veces no tenemos todas las piezas del puzzle.

Cada civilización tiene un concepto peculiar de su historia que es fiel imagen de sus propios anhelos y sombras, pero no todas las civilizaciones han conseguido perpetuar el recuerdo de su pasado con la precisión y plenitud que deseamos para nuestro análisis presente.

Teniendo en cuenta esta realidad todo aporte por pequeño que sea se convierte en una ayuda valiosa para cubrir las enormes lagunas que padece la historia en determinados momentos y lugares. La concepción de la Humanidad y su historia, como la sucesión de civilizaciones de la que somos todos herederos es un pilar primordial para el conocimiento de nosotros mismos como personas y sociedades, la comprensión de lo diferente y la conformación de un mundo mejor. Si además realizamos un repaso por las reflexiones de historiadores y sabios de todos los tiempos comprobaremos que coinciden en destacar la vital importancia y utilidad de las ciencias humanistas como la historia.

Gracias por tu comentario.

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